domingo, 20 de octubre de 2013

Homilía DOMINGO MUNDIAL DE LAS MISIONES.


Del Santo Evangelio según San Marcos, 16. 15-20.

Y les dijo:

—Vayan por todo el mundo proclamando la Buena Noticia a toda la humanidad. Quien crea y se bautice se salvará; quien no crea se condenará. A los creyentes acompañarán estas señales: en mi nombre expulsarán demonios, hablarán lenguas nuevas, agarrarán serpientes; si beben algún veneno, no les hará daño; pondrán las manos sobre los enfermos y se sanarán.

El Señor Jesús, después de hablar con ellos, fue llevado al cielo y se sentó a la derecha de Dios. Ellos salieron a predicar por todas partes, y el Señor los asistía y confirmaba la palabra con las señales que la acompañaban.


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"Oportet Illum Regnare" 

"Es preciso que Él reine" 1 Cor 15, 25.

Hola hermanos (as) paz y bien:

Hoy es el domingo mundial de las misiones, y es bueno reflexionar sobre el tema de la misión, al mismo tiempo recordar que por el bautismos fuimos hechos todos misioneros, enviados a evangelizar con nuestra vida a todos los hombres y mujeres sin excepción.

Con la frase de San Pablo, quiero iniciar reflexionando que la misión de todo cristiano y de toda la Iglesia tiene como fin al mismo Jesucristo, pues el mensaje de todo misionero es el Evangelio y el Evangelio es Cristo, la finalidad o el objetivo de la misión es que "Cristo Reine", reine en todos los ambientes de nuestra vida, reine en un mundo que solo sabe de guerras, conflictos, corrupción, violencia, dinero, materialismo. Es necesario y urgente que nosotros, todos los bautizados, tomemos conciencia de nuestra misión, pues estamos como dormidos, o nos sentimos los "buenazos" o excluimos a los que nos parecen malos, ¿acaso Cristo vino por los buenos, los justos, por los acomodados?

Es interesante notar en esta parte del Evangelio, como la insistencia primera de Jesús es que vayamos por el mundo anunciando, "proclamando la Buena Noticia". Pero nos hemos olvidado que se anuncia y se proclama mejor con la propia vida que con las palabras, pues así como nos fijamos más de las cosas malas o de los errores que hace el otro, así también nos fijamos más de las cosas buenas que hace el otro, es con el ejemplo, con la propia vida que contagiamos a otros hermanos a vivir en la alegría del encuentro con Jesús. 

Todo inicia con la fe, pero no hay fe si no hay quien anuncie la fe en Cristo con la propia vida, y no hay quien anuncie sino es enviado. Esta es la idea principal de San Pablo en la segunda lectura de hoy, cada uno como bautizado es misionero, es decir, mensajero, enviado por el mismo Dios a anunciar y contagiar la alegría de encontrarse con Dios, tanto en los hermanos, en los acontecimientos de la vida, como cuando nos encontramos cara a cara con Dios en los sacramentos y sobre todo en el sacramento de la Eucaristía. Pero aveces por tantas preocupaciones, por nuestras frustraciones, por que no seguimos a Jesús con sinceridad, no contagiamos esta alegría, somos "cristianos de plástico", "cristianos desechables", la alegría del encuentro con Cristo, con Dios (si es que ya la tuvimos), nos dura solo un momento, nos dura mientras estamos emocionados, mientras estamos en frente de la gente, nuestra alegría es pasajera, pues cuando estamos con los hermanos más próximos (prójimos), con los hermanos del diario, parecemos como los zombies; caminamos y hablamos como vivos-muertos, muertos en vida, y alguien zombie no contagia más que muerte, flojera, hastío.

Aveces pensamos que un misionero es solo un hermano o hermana que viene o va a un país lejano "a proclamar la Buena Noticia", pero nos olvidamos que nosotros, todos los bautizados somos misioneros. De nada sirve ir a un país lejano, a un país diferente al tuyo sino contagias la alegría de ser de Dios, sino te adecuas o si no te abres a la cultura donde estas contagiando esta alegría no sirve de nada. Si hermanos y hermanas, lo más importante es contagiar la alegría de pertenecer a Dios, desde el bautismo "somos del Señor, en la vida y en la muerte somos del Señor" dice san Pablo, esta es la alegría que tenemos que anunciar con la vida. 

Seamos creativos, valeroso, entusiastas en contagiar, cada uno como es, la alegría del Evangelio, para que muchos vivan por el Evangelio de la vida. 


¡¡¡Sea alabado Jesucristo!!!

Fray Juan Gerardo Morga, OFMCap.

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